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El arte de plasmar la ultraviolencia en antiviolencia

Es el primer verso de la canción He Hit Me (And It Felt Like a Kiss), escrita en 1962 por Carole King y Gerry Goffin para el grupo The Crystals. Canción que ha servido de parteaguas e inspiración para artistas nacidos décadas después, como Lana Del Rey. Canción que, después de su publicación, fue cancelada. Canción que, antes de ser satanizada, tiene que escucharse conscientemente, como el arte que es. Nada mejor que hacerlo tras el mensaje del 25N.

Como toda clase de arte, la música es expresión humana. El sencillo de The Crystals fue criticado en esa época (y hasta la fecha) por ser una supuesta normalización de la violencia de género en una relación de pareja heteronormada. A grandes rasgos, en la canción se narra, desde el punto de vista de la mujer, lo que siente al sufrir el abuso del varón. Dice que es su forma de expresar el amor, pero que cuando la golpea, niega estar herida: He hit me / but it didn’t hurt me.

Desde este momento, podemos notar una incongruencia. La mujer de la canción es consciente de lo que está sucediendo, ella sabe de su maltrato. En efecto, la inspiración del controversial sencillo, fue el abuso de “Little Eva” Boyd, la cantante y niñera que trabajaba para King y Goffin. El matrimonio se enteró de que el novio de Boyd la maltrataba, y cuando le salieron con el “amiga, date cuenta”, la niñera dijo que su pareja lo hacía porque la amaba. Desde luego, ambos sabían que estaba mal. Sabían que historias y sentimientos como los de Boyd merecen visibilizarse. Entonces, salió la tan condenada canción.

Se habla de violencia de género, el acto que se trata de combatir mediante las marchas y activismos del 25N. Es un combate cargado con impotencia, un espresso que borra la somnolencia. En los medios, al leer: “Nombre ‘N’, presunto feminicida”, “Padres exigen justicia por abuso sexual de menor”, la impotencia nos quita la calma y el sueño. No hay dulces sueños si hay violencia contra la mujer. Esa misma impotencia sintieron no sólo King y Goffin, también Lana Del Rey.

Lizzy Grant —si desmaquillamos su nombre artístico— fue una de las artistas inspiradas por He Hit Me (And It Felt Like a Kiss) y su mensaje de antiviolencia. Ante ello, compuso Ultraviolence, canción de su álbum homónimo, Ultraviolence (2014, Polydor Records). Suena contradictorio juntar la antiviolencia con la ultraviolencia, pero así es el arte: juegos de sentidos, de palabras, de imágenes.

Y es lo artístico aquello que atrae al ser humano: la ruptura de la lógica, la belleza del caos, el desafío de comprender cómo es que se canta sobre violencia, en una voz tan sutil, femenina y dulce, que proviene de una cantante e ingeniosa como Del Rey.

Give me all of that Ultraviolence, dice Del Rey. Give me all those explanations, replica su audiencia más crítica. Del Rey, así como los compositores que la inspiraron, escribió la canción desde el punto de vista de la mujer víctima y que se sabe escuchada. No es “romantizar” ni “normalizar” la violencia, se trata de recurrir al arte como lo que es: una forma de espejo del alma, un modo de plasmar las tragedias del ser humano en un producto audible, del cual podemos aprender y retroalimentar nuestra visión del mundo.

Lo que King y Goffin, Lana Del Rey, y un sinfín de artistas hacen, es arte. El arte no tiene por qué seguir normas estéticas. Es vivir la experiencia humana, es sentir lleno donde hay vacío, es causar un impacto. Y estos artistas lo hicieron bien. Del Rey no solo se inspiró en la canción de 1962, también está contando su propia historia de abuso vivido en su juventud y dentro de la industria musical, y los sentimientos de muchas víctimas. Sentimientos que, lamentablemente, algunos medios suelen omitir; que las mismas autoridades judiciales minimizan; o que la sociedad patriarcal decide achicar a su conveniencia.

Del Rey, poética e inteligentemente, encarna a esta mujer ficticia y nos toma de la mano para transmitirnos algo de su sentir. Nos da un tour por sus pensamientos, por una atmósfera en la cual la mujer vive lo suficiente para contar su historia de violencia y para hablar desde un ángulo del que no suele hablarse cotidianamente.

Podríamos extendernos y hablar de otros éxitos controversiales como Rape Me de Nirvana, canción que aborda el mismo tema. No podemos esperar que todas las canciones estén siempre plagadas de palabras e historias “bellas” y sentimientos positivos para considerarlas arte. Si así no es el ser humano, tampoco es así el arte.

Este 25N, además del esfuerzo de mujeres profesionales y activistas que luchan por sensibilizar y abolir la violencia de género, escuchemos a artistas musicales femeninas con oídos y corazón críticos. La lucha por nuestros derechos humanos se expresa de distintas formas, en diferentes contextos. La música es una de las vías.

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